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un umbral entre dos espacios conceptuales, representando el pensamiento liminal y la conexión entre disciplinas.

Escrito por Andrea Marriaga Benavides (Faculty Member de Cratorn SOM)

¿Puede un proyecto social sobrevivir sin brújula financiera?

El impacto no se sostiene solo con buenas intenciones…. si no se mide, no se mejora. 

Cuando el propósito se enfrenta a la realidad de los números

La mayoría de los líderes sociales coinciden en que transformar vidas es lo más importante. Sin embargo, muchas veces evitan hablar de finanzas y esto se convierte en el talón de Aquiles de las iniciativas, el presupuesto se llena por obligación, como requisito del donante, sin integrarse a la estrategia. 

El resultado: proyectos valiosos que desaparecen al agotarse la financiación inicial. El dilema es claro: ¿cómo garantizar que el impacto social sea sostenible en el tiempo, sin traicionar el propósito humano que lo inspira?

Lo que no se mide, no se puede gestionar

En proyectos sociales, este enfoque  es vital para el uso eficiente de los recursos. Un presupuesto en proyectos sociales bien diseñado convierte la medición en decisiones.

El presupuesto como brújula y no como camisa de fuerza

Un presupuesto en proyectos sociales mal entendido se vuelve camisa de fuerza; bien diseñado es brújula estratégica.

Un presupuesto mal entendido se convierte en una camisa de fuerza: un cuadro de Excel que asfixia la flexibilidad, pero en realidad, un presupuesto bien diseñado es una brújula estratégica: define prioridades, orienta recursos y permite tomar decisiones difíciles con un norte claro: maximizar el impacto en las personas. 

Ronald Cohen, uno de los pioneros de la inversión de impacto, lo dice así en su entrevista para BNP Paribas:

“La inversión de impacto significa optimizar el impacto, el riesgo y el rendimiento: generar un impacto social o ambiental positivo intencional y obtener un rendimiento financiero con su inversión.”

Hablar de finanzas en proyectos sociales no es restar sensibilidad; es precisamente la forma de garantizar que ese beneficio se mantenga y crezca.

Cuatro claves para alinear impacto y sostenibilidad

1.  El presupuesto revela las prioridades

No es un trámite, es un mapa de ruta, si el presupuesto no refleja el corazón del proyecto (su misión y objetivos), la estrategia se fragmenta. 

Pregúntate: ¿mi presupuesto dice lo mismo que mi propósito?

2.  Rentabilidad social = eficiencia en recursos

Aunque no se mida en utilidades, todo proyecto debe demostrar un retorno, este retorno se expresa en el valor social generado: más oportunidades, más capacidades, más bienestar. 

Para lograrlo, es necesario gestionar con eficiencia, de manera que cada recurso se traduzca en resultados tangibles.

Como plantea Michael Porter:

“El valor compartido surge cuando las organizaciones generan valor económico de manera que también produzca valor para la sociedad.”

3.  Los KPIs sociales también son financieros

Costo por beneficiario, porcentaje de ejecución, cobertura alcanzada, estos indicadores son el equivalente social de la rentabilidad. Medirlos permite saber si la inversión realmente transforma vidas y si el modelo es replicable.

4.  La transparencia multiplica confianza

Donantes y comunidades quieren certezas, no solo buenas intenciones. Mostrar números claros da legitimidad y abre puertas a más aliados.


Caso real: Educate Girls y la innovación financiera en India

Un ejemplo contundente es el de Educate Girls, ONG que implementó en 2015 el primer Development Impact Bond (DIB) en educación.

Inversión inicial y principales objetivos: USD 270,000 para atender 7,300 niños en 166 escuelas de Rajasthan.

KPIs definidos:

  • Inscripción de niñas fuera del sistema (20 % del pago).
  • Mejoras en lectura y matemáticas, medidos por pruebas estandarizadas (80 % del pago).

Resultados:

  • Se logró inscribir al 92 % de las niñas identificadas, superando la meta en 16 puntos.
  • Los aprendizajes alcanzaron el 160% del objetivo fijado: equivalentes a casi un año adicional de instrucción.
  • El modelo generó tanta confianza que atrajo inversión adicional y permitió escalar el programa.

Safeena Husain, fundadora de Educate Girls y ganadora del Wise Prize for Education en 2023, demuestra muy bien con este proyecto que cuando se combina innovación financiera con una gestión rigurosa, el impacto no solo se logra, sino que se expande.

Queda claro, entonces, que el presupuesto de un proyecto social no es una planilla fría ni un trámite burocrático, es la brújula que asegura que cada recurso se convierta en transformación real.

Por eso cuando las finanzas y la sostenibilidad se alinean, el impacto deja de ser una chispa aislada y se convierte en un legado vivo que trasciende generaciones.

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